Comenzaremos por describir la gripe. Como sabemos, es un virus, pero que tiene la particularidad de cambiar mutar con facilidad. Es por esto que cada año la gripe se extiende, y la única manera de prevenirla es mediante la vacunación.
No obstante, en el caso de los niños no es demasiado recomendable su vacunación. Tan solo suele vacunarse en caso de que el pequeño padezca algún tipo de enfermedad crónica que, en conjunto con la gripe, le pueda suponer una complicación. Sería el caso de enfermedades como diabéticos, asmáticos o enfermos del corazón. Y aún en estos casos, no es recomendable más de media dosis.
Los síntomas típicos de la gripe son de sobra conocidos, pues todos la hemos sufrido alguna vez: Fiebre, dolores musculares, tos crónica, congestión nasal y ojos rojos, malestar general e incluso vómitos.
¿Cómo curar la gripe? Lo más recomendable es dejar pasar tiempo. No hay ningún medicamento más afectivo en este caso que dejar actuar al propio sistema inmunológico del niño, y lo único que podemos hacer es ofrecerle algún medicamento paliativo como antitérmico y antiálgicos, además de preocuparnos por la buena hidratación del pequeño. No obstante, el período de recuperación tampoco suele ser demasiado largo: En seguida el sistema inmunológico comienza a generar defensas, y en un período que oscila entre los cuatro y los siete días, la gripe estará superada.
No obstante, sí que es posible que derivadas de la gripe el niño se vea afectado por otras complicaciones que son relativamente frecuentes, como la bronquiolitis, la bronquitis y la neumonía. Su principal característica es un empeoramiento de la tos, dificultad para respirar, y aumento de la fiebre cuando parecía que comenzaba a remitir. En estos casos, y en cualquier caso, si se denota un empeoramiento general es recomendable consultar al pediatra. Los casos más comunes de empeoramiento están ligados al aumento de la fiebre, mal estado en general, o un decaimiento demasiado intenso, además de las mencionadas dificultades para respirar o demasiada tos.
