En primer lugar hay que establecer la diferencia entre alergia alimentaria e intolerancia alimenticia.
La alergia alimentaria es una forma específica de intolerancia o bien a un alimento o bien a un componente de dicho alimento, que lo que provoca es que se active el sistema inmunológico. Frecuentemente, las alergias a los alimentos se heredan y normalmente se suelen detectar en los primeros años de vida.
Por otra parte, la intolerancia alimenticia afecta al metabolismo pero no al sistema inmunológico del cuerpo. Un claro ejemplo que muestra la diferencia entre ambos conceptos es la intolerancia a la lactosa, que se debe a la carencia de una enzima digestiva llamada lactasa, que se encarga de descomponer el azúcar de la leche.
Intolerancia al gluten o Enfermedad Celíaca
El gluten es una glucoproteína, presente en el trigo, avena, cebada y en el centeno.
La intolerancia al gluten lo que produce es que el intestino delgado es incapaz de digerirlo y en consecuencia se produce una reacción inflamatoria a nivel intestinal. Este tipo de intolerancia es para toda la vida y no existe ningún tipo de tratamiento para curarlo de manera definitiva.
La intolerancia al gluten es de base auto-inmune y los síntomas pueden ser: pérdida de peso, de apetito, náuseas, vómitos, diarreas o pérdida de masa muscular.
¿Existen alimentos libres de gluten? Esta es una de las preguntas más frecuentes y la respuesta es, Sí. Algunos alimentos son: la leche y derivados, huevos, verduras, hortalizas, maíz, arroz, miel, legumbres, aceites y café de grano o molido.
La enfermedad celíaca es una intolerancia permanente que se puede diagnosticar a cualquier edad. Si el enfermo consume alimentos que contienen gluten, la mucosa del intestino delgado queda dañada, y tiene menos capacidad para absorber nutrientes esenciales como las grasas, las proteínas, los carbohidratos, los minerales y las vitaminas. En los niños, se pueden dar síntomas de desnutrición, incluso uno de los problemas más peligrosos son problemas de crecimiento.
Intolerancia a la lactosa
La lactosa es el azúcar que se encuentra en la leche. Normalmente, la enzima lactasa, que está presente en el intestino delgado, descompone la lactosa en azúcares más simples (glucosa y galactosa) para que puedan ser absorbidos en la sangre.
Aproximadamente un 70% de la población adulta del mundo no produce suficiente lactasa y por tanto tiene algún grado de intolerancia a la lactosa. En Europa, la deficiencia de lactasa se da en un 5% de la población blanca y en una proporción mucho mayor (entre el 50 y el 80 por ciento) en grupos étnicos.
La cantidad de leche ingerida y el tipo de leche que se consume depende mucho de las reacciones que se pueden producir. Por un lado, hay algunas personas que tienen una baja actividad intestinal de lactasa y pueden tomarse un vaso de leche sin experimentar ninguna molestia. Algunos productos como los quesos duros, la leche fermentada o el yogurt debido a su bajo nivel de lactosa son productos más permisivos para personas con intolerancia a la lactosa. Por otra parte, se puede mejorar la tolerancia en personas sensibles, si se consumen alimentos que contienen lactosa como parte de las comidas, y se reduce la cantidad de alimentos ricos en lactosa que se ingieren de una sola vez.