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bebe

Cuando nace un niño, su visión es realmente limitada. Nada más nacer, podríamos decir que ven todo de manera muy borrosa y difusa y no perciben colores. Su visión, como todo el niño, irá poco a poco desarrollándose, y llegado al primer año de edad será cuando su visión resulte similar a la de un adulto. Fundamentalmente esto es debido a que su retina no está formada de manera completa. De hecho, por esta razón decimos que la vista es el sentido que menos desarrollado tienen los pequeños al nacer.

En concreto, en el momento del nacimiento los bebés tan solo ven sombras y bultos. De hecho apenas distinguen entre luz y oscuridad, a no ser que se trate de una luz muy intensa, en cuyo caso incluso moverán la cabeza por la molestia, pero no distinguirán nada que se encuentre a poco más de un palmo de distancia de ellos.

Llegado el mes, su visión sigue siendo muy muy reducida, pero se aprecian pequeños avances, puesto que por pequeños periodos de tiempo, comienzan a fijar la mirada. No obstante, siempre la fijarán sobre objetos muy cercanos puesto que siguen sin tener la capacidad de enfocar objetos con nitidez, y tampoco distinguen los colores. De hecho, si siquiera pueden controlar todavía los músculos de sus ojos. Es por eso que algunos pequeños parece que bizquean, pero no debemos alarmarnos todavía.

Pasa el tiempo, y el niño llega a los 2-3 meses de edad. Será aquí cuando comenzará a distinguir el color, fundamentalmente los primarios y cuanto más brillantes, mejor. Además el niño evoluciona de gran manera también en cuanto al enfoque: Ya es capaz de mirar objetos a más distancia, de manera más nítida (aunque no totalmente), e incluso seguirlos con la mirada si éstos se desplazan de manera lenta.

Llegados a la edad de 5 meses el niño ya puede ver a cualquier distancia, aunque los objetos lejanos los enfocará de manera borrosa. Sigue teniendo no obstante, un gran déficit en cuanto al color: Podrá ver colores primarios contrastados, pero seguirá sin ser capaz de distinguir tonalidades que se asemejen. Pero será suficiente para adquirir la capacidad incluso de reconocer rostros como los de los padres. Con esta evolución no obstante a los 6 meses su visión, al menos, comienza a asemejase a la de un adulto.

Finalmente, cuando el bebé llega al año de edad se completa su desarrollo visual.

Vista esta evolución si queremos estimular la visión del bebé podemos hacerlo con juguetes de colores contrastados, pues esto será lo que más llamará su atención. Si es cierto además que no es recomendable atosigarles mostrándoles fijamente objetos constantemente, forzándolos a que presten atención. Podemos optar, por ejemplo, por hablarles desde cerca y de manera natural, para que poco a poco nuestros rostros les resulten familiares.