Con el cambio de hábitos, los viajes y el cambio en la alimentación podemos encontrarnos este verano con el estreñimiento.
El estreñimiento es un problema muy frecuente en la edad pediátrica que afecta hasta un 29%, con un pico de incidencia entre los 2 y los 4 años. Se considera que un niño está estreñido cuando no defeca con asiduidad, las deposiciones son duras y engloba también manifestaciones asociadas (dolor, malestar, posturas de evitación).
Participan distintos factores: constitucionales, de conducta, alimentación, educacional… En muchos casos hay un factor desencadenante (retirada del pañal, cambio en la alimentación, inicio escolarización, viaje…) que provoca una defecación dolorosa y, si no se resuelve, da lugar a que se mantenga la situación. En la mayoría de los casos es funcional, es decir, no hay una alteración orgánica que requiera un tratamiento médico o quirúrgico específico.
Medidas generales:
- Aumentar la ingesta de fibra (mínimo 2-3 piezas de fruta al día, verdura, cereales integrales, legumbre…)
- Adecuada ingesta de líquido.
- No exceso de lácteo.
- Sentarse en el wc u orinal, con apoyo de pies en taburete si no llega al suelo, para intentar defecar a la misma hora, mejor tras las comidas.
- Hay que enseñarle a no aguantarse las ganas de defecar.
En caso de que con las medidas generales no se corrija puede requerir el empleo de algún laxante pautado por el pediatra. Los enemas procuramos utilizarlos solo de manera puntual. Es muy importante seguir las indicaciones que nos de en cuanto a dosis y duración del tratamiento para evitar recaídas y, por supuesto, no olvidarnos de seguir con las medidas generales.
EstreñimientoSi surgen datos de alarma como vómitos, rechazo de alimentación, sangre en heces o decaimiento habría que consultar con el pediatra.