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Tanto para mayores como para niños y bebés el sueño es muy importante. El sueño es el momento en el que descansamos y recuperamos la energía gastada durante el día. Un buen descanso mientras dormimos favorecerá un buen rendimiento al día siguiente, además de un mejor humor y un menor nivel de estrés.

Por otra parte, por todos es sabido también que no necesita dormir lo mismo un adulto que un niño, ni de la misma manera. Lo mismo ocurre con los bebés, atendiendo al momento de desarrollo en el que se encuentre, a los meses que tenga este niño. Vamos a conocer un poco mejor cuánto necesita dormir el bebé en cada caso.

En un primer momento será cuando más necesite dormir. Durante las primeras semanas, los niños necesitan dormir entre 16 y 20 horas, y repartidas en espacios de entre dos y cuatro  horas. En este primer momento, básicamente las necesidades del pequeño son comer y dormir. Pero su estómago todavía es muy pequeño, y por esto necesitará despertar y alimentarse cada pocas horas y en numerosas tomas. Además, hasta los 4 meses aproximadamente los niños no distinguen entre el día y la noche, y por tanto dormirán indistintamente sin un horario establecido.

Es muy recomendable inculcarles buenos hábitos de sueño para que descansen bien. Un mal descanso hará al niño más irritable puesto que se encontrará fatigado, y esto también acabará creando el mismo efecto en los padres. Pero, ¿cómo interiorizan que es momento de descansar? Una buena manera puede ser inculcar una rutina que interioricen: darles la toma correspondiente, y tras ello un baño y acostarlos. A partir de los 4 meses además es bueno que aprendan a dormir solos poco a poco, que no se duerman en brazos por ejemplo.

Llegados a los 6 meses de edad el sueño ya empieza a asemejarse al de un adulto: Distinguen entre día y noche y dormirán unas 14 horas diarias. La manera de dormirlas será en unas 3 siestas de aproximadamente una hora a lo largo del día y el resto por la noche.  Para ayudar al niño a situarse en el momento en que se encuentra es positivo no evitar la luz del día, ni tampoco los ruidos en el hogar.

A los 8 meses en normal que se despierten, puesto que pueden ser conscientes de estar solos. A esto se llama “ansiedad de la separación”. Con hablarles para que noten que están acompañados es suficiente, no es necesario cogerlos. A partir del año con un peluche pueden sentirse arropados y de esta manera ya dormirán bien. De hecho, ya dormirán mucho mejor.

Por último, entre los 2 y 3 años se hará la transición de la cuna a la cama. En este momento dormirán entre 10 y 13 horas diarias. La siesta ya será una sola, y de entre 1 y 2 horas. El resto lo dormirá por la noche.

De esta última etapa solo destacar que empiezan los miedos nocturnos y por ello se negarán a ir a la cama. Aquí no debemos ofrecerles dormir con los padres, puesto que fácilmente se convertirá en un hábito. Sobre todo lo más importante será mantener la calma y mandarlos a la cama las veces que haga falta.