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La vida requiere poner límites sanos. El querer agradar “al otro” conlleva malestar al anteponer a los demás a nosotros mismos.

La necesidad constante de aprobación externa nos merma seguridad y autoestima.

Esta necesidad de agradar nos viene por el temor a ser aceptados, queridos y no rechazados.

La aprobación en sí no es mala siempre y cuando no sea nuestro termómetro emocional.

Si nuestro estado de ánimo depende de qué dirán, más fácil será ser manipulados por los demás.

Si en nuestra educación predominó la manipulación, el chantaje emocional, la crítica, el rechazo a discrepar, la obligación a consultarlo todo cualquier paso a favor de la aprobación interna de la independencia nos fortalecerá.

Si tú creciste pensando que la opinión de los demás es más válida que la tuya, la aprobación externa como necesidad de vida o el confiar en los demás más que en ti mismo, necesitarás de la aprobación de los demás como arma de seguridad.

El derecho a decir “NO” nos fortalece, nos hace querernos más además de ofrecer la oportunidad “al otro” de conocer y respetar nuestros límites.

El egoísmo positivo/la asertividad, es una habilidad que parte de una actitud empática con la situación, expresando nuestros intereses y derechos de la manera adecuada, con un lenguaje conciso, coherente y claro. Aprende a expresar tu “YO”.

Es una herramienta que sana las relaciones de abuso, de acoso, de poder, de dependencia afectiva porque reclama el autorespeto, el diálogo, la empatía, tus derechos, la libertad de ser tú.

Practicando las relaciones asertivas cuidamos de nuestra salud mental, ya que ponemos fin a los sentimientos de culpa, al resentimiento, a la rabia, a la inseguridad, a los prejuicios sociales, al remordimiento, a la traición, al exceso de preocupación, al miedo.

Nuestro cambio nos puede llevar a encontrar sentimientos incómodos en los demás debiendo ignorarlos, minimizarlos.

FDO.: HELGA GONZÁLEZ MEDINA

PSICÓLOGA SANITARIA Y LOGOPEDA